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CubaSiempre

Así nació un Caimán

Por Juan Morales Agüero
Como un estrecho y alargado saurio que sale a la superficie, Cuba emergió de las profundidades oceánicas luego de un milenario proceso de sumersión y ascensión. Esto lo corroboran los numerosos fósiles marinos hallados en la mayoría de las elevaciones calcáreas del archipiélago, tales como erizos, corales, madréporas, conchas, moluscos y peces.
Varias teorías científicas sostienen que el territorio cubano se hizo visible fragmentado en cuatro islotes montañosos, a saber: Guaniguanico, Las Villas, Camagüey y Oriente. Luego la erosión comenzó a destruir los sitios más altos y a depositar el material arrancado en las costas de por entonces, hasta que, mediante una prolongada sedimentación, se produjo la unión de las accidentadas islas, dando lugar a la comarca en que hoy vivimos.
Otros estudios geológicos argumentan que, en fecha posterior, nuestro primigenio país volvió a zambullirse miles de años en las aguas. En tanto, fueron asentándose sobre su sumergida epidermis restos de animales y elementos diversos. Cuando la madre naturaleza lo sacó nuevamente a la luz, había aumentado de tamaño. Luego continuó su progresiva evolución hasta adquirir la forma actual, parecida a un caimán. La porción que quedó bajo las aguas es lo que se conoce por plataforma insular.
El fallecido científico Antonio Núñez Jiménez solía insistir en la ascendencia volcánica del territorio cubano, a partir de la lava existente en algunas zonas de la ínsula. También aseguró que los miles de kilómetros que el mar nos escamoteó al sumergirnos bajo su salado manto se están recuperando de nuevo, pues se evidencia una ampliación de las costas merced a un pausado repliegue de la corteza terrestre.
Núñez y otros colegas suyos cimientan su tesis en algo irrefutable: las terrazas marinas de las costas cubanas, conformadas en forma de escalones. Según sus pareceres, cada uno de esos peldaños enormes marca una etapa en su vertical y horizontal. Es decir, constituyen una suerte de escala graduada en la que se puede “leer” su evolución. Agregan que si el proceso emergente del archipiélago persiste, pudieran unirse dos territorios que antaño estuvieron juntos: Cuba y la Isla de la Juventud.
Nuestro rosario de islas se asienta sobre un suelo submarino cubierto por aguas de escasa profundidad, el cual tiene una extensión calculada en alrededor de 67 mil 831 kilómetros cuadrados y cuyo ancho fluctúa entre unos pocos cientos de metros en la costa Sur de la Sierra Maestra, hasta 140 kilómetros, como se observa en el Golfo de Batabanó.
En otros sitios, como en el oriental Golfo de Guacanayabo, el lecho marino casi coincide con el nivel del mar. La profundidad de nuestra plataforma insular oscila desde unos centímetros hasta 200 metros, medida que establece el borde exterior de la misma. A partir de ahí, desciende bruscamente hasta caer en el abismo.
Esta es la historia de la aparición sobre el Mar Caribe de un caimán verde conocido mundialmente por el nombre de Cuba.

Cosas del alma

Por Miguel Díaz Nápoles

Tengo un amigo que hace 12 meses se fue en busca del sueño americano.

“Me voy para mejorar económicamente”, le dijo un día a todos y dejó atónitos a quienes lo conocíamos de cerca.

Mi amigo era en Cuba un cirujano reconocido, con un prestigio ganado desde las aulas del Instituto Superior de Ciencias Médicas, y un reconocimiento social muy grande. Mas, así y todo decidió buscar fortuna en Estados Unidos.

Pocos días antes de marcharse, aseguraba a sus amistades que en cuanto llegara a Miami comenzaría a trabajar en la clínica de un primo, y después de un corto tiempo, revalidaría su título para laborar legalmente como médico.

Al cabo de estos 12 meses, las últimas noticias que llegan por otros cubanos que viven allá y vienen de visita a Cuba, es que está laborando como empleado en un centro de salud, en espera de hacer todo cuanto había previsto.

“Él está decepcionado, y más que decepcionado frustrado por no poder trabajar en lo que constituye su vida: la medicina, y en especial la cirugía”, ha dicho un amigo que acaba de llegar de Miami.

Dice que cada día, cuando llega a su casa, la nostalgia lo envuelve. Hasta ahora todo cuanto pensó y le prometió su primo no ha podido ser. Su frustración es muy grande y constantemente expresa su añoranza por Cuba. Él no entiende que no pueda trabajar en su profesión, que no pueda realizar las brillantes operaciones que hacía en el hospital Ernesto Che Guevara, que no tenga el reconocimiento social del cual gozaba acá.

“Si vivir bien es tener una casa con comodidades, un automóvil, mucha ropa y abundancia en la cocina, yo vivo bien, pero ¿y lo demás?”, confiesa en una carta a su hermano.

Y entonces resulta increíble ver cómo una persona como él, que en Cuba tenía su casa, un auto y no le faltaba la comida ni la ropa, esté completamente frustrado porque carece de muchas cosas como persona, como ser social.

¿Será que la felicidad está más allá de lo material, donde nace y termina el alma?